EL DERECHO A VOTAR

EL DERECHO A VOTAR

“Muchas personas no creen en sí mismas, y como necesitan creer en alguien, acaban creyendo en cualquiera.”, Javier Salvat

Portada de La Vanguardia, del 7 de diciembre, 1978. Alberto Morcego, votando.

Como ha quedado claro en todos mis escritos (y no sólo los de este blog), estoy a favor de la (verdadera) democracia, y el sistema que me parece más representativo es la democracia parlamentaria (aunque suelo detestar las mayorías absolutas), la de casi todos los países europeos, Canadá, Japón, etc.

Cuando hablamos de “verdadera democracia”, de “verdadero estado de derecho”, esto incluye muchas cosas, entre ellas, el poder presentarse libremente a unas elecciones, y el poder reclamar y ejercer el voto, hacerlo libremente, y de modo secreto.

Mi doble nacionalidad, española y suiza, me hace ver las cosas desde una perspectiva quizá algo distinta y, fatalmente, me hace comparar culturas y prácticas. Para complicarlo todo, soy catalán, no soy independentista, y quizá algo más insólito, soy perico-culé.

He analizado en varios artículos el tema de la democracia, y me han preocupado los derroteros que están tomando algunos países. Poder votar es algo que deseé desde pequeño, pues siempre he estado muy politizado, y era un tema del que solía hablar con mi padre, desde que me explicó por qué “no había que ir a votar” en las elecciones franquistas, mientras que el padre de un querido amigo, …era candidato.

La primera vez que pude votar, tenía 20 años, y fue en el referéndum de la Constitución española, una especie de trampa, por la que había que votar sí, porque votar no era decir no a la democracia, pero sin saber los lados perversos que esa “carta magna” conllevaba.

España, un país tradicionalmente dividido que incluso pasó por una terrible Guerra Civil en el siglo XX, acabó teniendo una democracia aceptable y una convivencia, en general, buena. Pero muchos políticos españoles, narcisistas, y a menudo, mediocres e hipócritas, siguen desconociendo eso que se practica tanto en Suiza (¡mira, las comparaciones!): el consenso.

En las elecciones del domingo pasado, 23 de julio, no pude votar. Y no pude hacerlo porque estábamos de viaje, y aún habiendo hecho necesario para ejercer nuestro derecho (…y deber) -y tenemos el documento que lo prueba-, nos dieron hasta el día 19 para mandar el voto. Pero estoy escribiendo el día 26, y …todavía no nos han llegado las papeletas.

Últimamente, suelo votar por eliminación, ya que, actualmente, ningún partido de los que se presentan, me representa. De todos modos, estoy relativamente satisfecho con los resultados electorales: primero, no ha llegado al gobierno Vox, un partido que me horroriza, y el PSOE, que han gobernado con altibajos (cosas más o menos bien, y cosas muy mal) tiene que negociar (y ahora ahondaré en eso). Nunca me hizo ni la más mínima gracia que gobernaran con Podemos, pero la operación Sumar ha hecho que se sacaran de encima a algunos de los elementos más nocivos y cerriles de ese partido.

La campaña ha sido particularmente repugnante, con ataques penosos, ametrallamiento de mentiras, y fomentando la división (“a la española”, vaya).

Con esto, llegamos al otro derecho a votar: al derecho a decidir, y eso ya lo digo como catalán, si seguimos formando parte de España o no.

He escrito varios artículos sobre el tema. En este mismo blog, 9 -con éste, 10- (un par en mayo y diciembre de 2016, dos en septiembre y uno en octubre de 2017, en diciembre de 2017, en septiembre de 2018, en marzo de 2019, y en febrero de 2021), pero lo sintetizo: la jugada antidemocrática del PP y el TC con el Estatut, hizo que el independentismo subiera como la espuma (demostrado matemáticamente), el ninguneo de Rajoy a Mas empeoró la cosa; como el PP no se comía un rosco en Cataluña, se dedicó a hacer falaces campañas anti-catalanas en otros sitios de España (cosa que hacía subir los resultados del PP en esos lugares, y …el de los independentistas en Cataluña -como ha pasado con EH Bildu en las últimas elecciones locales y generales, en Euskadi-), y el repugnante juicio “del Procès”, tampoco es que haya arreglado las cosas. Pero, como la guinda del pastel, tuvimos el “caso Cataluña”, la utilización de la “policía patriótica” y la “prensa amiga” contra los políticos catalanes. El juicio empezará pronto, pero ya se han encargado de proteger a “M. Rajoy”, y no sé si Fernández Díaz, con cáncer terminal, llegue a ver el veredicto.

El trato de Sánchez, ha sido más decente, pero tampoco para tirar cohetes. Así que, para evitar otras carísimas elecciones -que mermarían todavía más la credibilidad de los políticos- tocará negociar. Y los catalanes, aspiramos a mejores propuestas, y finalmente, a poder votar, y que todo quede claro.

¿Por qué los quebequeses y los escoceses pudieron votar y nosotros no? Pues por la madurez democrática de esos países. No hay que tener miedo a las urnas, sino que hay que saber proponer.

Yo me siento catalán …y español, y me gustaría seguir siendo parte de España, pero no a cualquier precio.

Acerca de Elderramadordeté

Soy Alberto Salvat. Tras haber introducido Compex en España y pasado, con Compex y otros negocios, 7 años en California, pasar 3 en Barcelona, y 4 en Quito, volví a Barcelona. Ahora estoy en busca de nuevos proyectos, con renovadas ilusiones...
Esta entrada fue publicada en Política, Sociedad y etiquetada , , , , , , , . Guarda el enlace permanente.

Deja un comentario