Pantomima de golpe de estado

No voy a entrar en analizar ideologías, ya que creo que esto no es una cuestión de ideología …si la hay.

Rafael Correa, saliendo del regimiento de policía, con una máscara anti-gas

Detesto los golpes de estado -que es lo que nos avisaron por teléfono que estaba sucediendo-, así como detesto la manipulación de los hechos. Hace un par de días, hubo en España una huelga general (no de un grupo de policías) y el gobierno de José Luís Rodríguez Zapatero llevó la situación de un modo …correcto, tal como se debe hacer en una verdadera democracia.

El problema de Rafael Correa es él mismo. Un individuo inteligente, pero con un ego que le aplasta. Seguramente, pisoteó a Montesquieu, no tanto por no creer en la división de poderes, sino porque cree que para que las cosas se hagan bien, las tiene que hacer él mismo.

Tuvo también el reflejo de, en un país con una cierta tradición golpista, dar excelentes y bien remunerados puestos (algunos teóricamente) civiles a los principales líderes militares.

A los que trata de ignorantes (mira, ¿quién hace lo mismo con los que no están de acuerdo con él? …Un tal Hugo Rafael) porque “él no puede revocar una ley”, se les hará difícil creerle, cuando, proyectos de ley, discutidos en la Asamblea y defendidos por sus mismos correligionarios, se los carga o modifica a su antojo.

Esto, sumado a su prepotencia y cinismo, no ayuda.

Veamos cómo fue el cacareado “golpe de estado de Lucio Gutiérrez”:

1) Los policías están en huelga por estar en desacuerdo con una ley que acaba de salir. Correa, en vez de mandar a alguien a negociar (p. e., el ministro responsable) o decir que una delegación fuera a verle al Palacio de Carondelet, va al regimiento a negociar personalmente (“sólo él puede hacerlo”). Si no hubiera ido “a la boca del lobo”, no se hubiera  iniciado el golpe. Dado que fue un golpe preparado y coordinado -según el propio Correa-, era necesaria su presencia en el regimiento. Entonces hay que saber quién es el consejero que convenció a Correa para ir al regimiento, cómplice necesario del golpe de estado…;

2) ¿Por qué luego se fue al hospital de la policía (re-boca del lobo), teniendo otros hospitales al lado? Sabía que nada le harían. Si se lo hubieran querido cargar, hubieran tenido tropecientas ocasiones para hacerlo y Correa -a pesar de su numerito abdalista- no es un suicida;

3) ¿Por qué -si estaba secuestrado- pudo recibir a quien quiso, hablar con Raimundo y … todo el mundo y dar 20 entrevistas por Correavisión? ¿Alguien ha oído hablar de las condiciones de un secuestrado? Lo retuvieron en excelentes condiciones, parece que sí;

4) ¿Por qué impuso (¡la fuerza de un «secuestrado»!) que todos los
canales no pasaran sino el contenido de Correavisión? Cuesta pensar que, si los policías “rebeldes” hubieran ocupado y controlado Correavisión, no se hubiera cortado la programación “lameculo” que pasaban, digna de la «mejor» TV franquista. Es una prueba palpable que no hubo, ni por asomo, ningún intento de golpe de estado, sino una suma de circunstancias provocadas por el Gran Provocador. La emisión que tuve que ver por Internet en el “after hours” de ayer, me pareció vomitiva. Después de que el “periodista” que llevaba el programa dijera que era una televisión abierta a todos los ecuatorianos y no paraba de hablar de democracia, pero, casualmente, sólo invitando a correístas o gente que  hablaba maravillas del presidente, empezó a ponerse nervioso ya que “una banda de policías de civil” estaban invadiendo el canal. Al final, forzó la puerta (que, según el mismo periodista, “estaba abierta para todos los ecuatorianos”) y entró en el canal un grupo de gente a quien se le negaba la entrada, y por fin pudo hablar una joven estudiante, que se quejó del control del legislativo por parte de Correa. Cuando le tocó el turno a un abogado, cortaron el programa y un energúmeno con micrófono describió la entrada del grupo en el canal como un acto de guerra, para pasar a entrevistar a un supuesto policía pro-Correa, que llevaba una venda en la cabeza y ninguna credibilidad en la lengua. Vomitivo;

5) ¿Por qué Correa fue el único que habló de golpe de estado -nadie más lo reivindicó-? Ahora ya tiene todo el plan: aeropuerto, televisión = golpe de estado (del desgraciado de Lucio Gutiérrez, un pobre diablo, claro). ¿Por qué no han detenido a Gutiérrez?;

6) ¿Por qué -si estaba «herido y secuestrado»- apareció fresco como una lechuga? Rafael Correa fue operado por 3ª vez de su rodilla derecha (sé de qué va porque también he pasado por allá) hace unos días. Una operación con anestesia local de la que se está recuperando, después de haberse operado 2 veces antes …en Cuba. Ya estaba funcionando con bastón y con esto fue al regimiento. Estaba en período de recuperación (por lo que tenía que cuidarse, pero no estaba tan mal). Considero esto una irresponsabilidad adicional.

¿Qué pasa ahora? ¿Quién sale beneficiado de esta pantomima de golpe o “auto-golpe”? ¿A quién le sirve?

Obviamente, hay muchísimas cosas que no sabemos de las “intrigas y los intríngulis” de Carondelet, pero sí sabemos cosas que estaban sucediendo en Ecuador y qué sabe y no sabe ahora el “presidente renacido”:

–          Sabe que la paciencia de algunos ecuatorianos tiene límites;

–          Sabe que tiene al ejército bien alimentado;

–          Ya ha destruido a policías revoltoso y tendrá que vigilar que la cosa no germine en algo más fuerte;

–          Quizá cree que es una seria advertencia a Carlos Vera y su campaña de firmas. De todos modos, ni Vera, n Nebot, se sumaron al supuesto golpe;

–          Una parte del pueblo le apoya de verdad.

De todos modos, su actitud vuelve a iniciar su efecto boomerang: carga, humilla y no aprovecha para dar pie a la reconciliación.

Muchos ecuatorianos se han dado cuenta de su irresponsabilidad yendo al regimiento, su falta de confianza en sus colaboradores teniendo que hacer todo él mismo (de hecho, se pasa echando a gente por inútil e ignorante y haciendo enemigos), sus mentiras explicando los hechos y …sus tics totalitarios imponiendo Correavisión a todo el país e intentando esconder los hechos (pero no es la primera vez que esto sucede).

Hay que estar atentos a los próximos acontecimientos.

¡Hasta la victoria -de la verdadera democracia- siempre…!